Claves para ser el perfecto gentleman: el estilo atemporal
Cuando nos referimos a alguien como un gentleman es casi inevitable que a muchos se les venga a la cabeza la imagen de un señor inglés, con un sombrero de copa, un traje de tres piezas y un monóculo o un reloj en el bolsillo del chaleco sujeto con una cadena. Sin embargo, para otros la figura se asemeja más a la de un James Bond encarnado por Roger Moore, Sean Connery o Pierce Brosnan.
Lo que es cierto es que tanto para unos como para otros, el concepto gentleman lleva implícito el éxito, el buen gusto e, incluso, la idea de una personalidad equilibrada, eficaz y eficiente. En definitiva, alguien que está preparado para cualquier situación y que, además, tiene todo bajo control.
En esta entrada vamos a tratar de definir cuáles son las cualidades y, sobre todo, el estilo que te hará sentirte como el agente 007.
Pasando de las modas
Si hay algo que caracteriza a un gentleman es que su estilo es atemporal. De hecho, si pensamos en James Bond y vemos la película el Dr. No, el atuendo de este agente secreto sigue estando totalmente vigente.
En este sentido, el verdadero gentleman es alguien que no se deja llevar por las modas pasajeras. Esto no significa que esté anticuado, sino más bien, que apuesta por un estilo propio que es imperecedero y que, además, forma parte de su personalidad.
El gusto por la perfección
Cada prenda del look debe estar tan impoluta que parezca nueva. No son aceptables ni arrugas, ni descosidos, ni muchísimo menos, manchas. Además, todo debe quedarnos como un guante y, en lugar de ocultar nuestros defectos con el vestuario, debemos saber sacar partido de nuestra complexión y resaltar nuestro físico.
Quizás, el ejemplo más claro es una camisa blanca. Si has visto la serie Mad Men ya sabrás que Don Draper guarda siempre varias en su despacho y que, ocurra lo que ocurra y por más caótica que pueda ser la situación, su camisa siempre estará siempre radiante.
Del mismo modo, hay medidas clásicas a las que merece la pena seguir recurriendo: la cintura de los pantalones debe estar en el sitio apropiado, ni muy alta ni muy baja y la corbata justo por encima del cinturón; el puño de la camisa ha de asomar un par de centímetros bajo la manga de la chaqueta y el color de los calcetines tendrá que adecuarse al del pantalón.
La importancia de cada detalle
Un reloj clásico asomando bajo el puño de la camisa es imprescindible en un gentleman. Pero, más allá de los básicos, hay otros múltiples detalles que captarán la atención de quienes nos miren y causarán una buena impresión.
En definitiva, cada pieza ha de enviar un mensaje de sutil coquetería, de que no esta ahí por casualidad, sino que la has escogido con plena consciencia del efecto que causaría a tu alrededor. Porque, si hay algo que caracterice a un gentleman es, sin duda, la deferencia con quienes le rodean.
No hay gentleman sin grooming
Donde esa coquetería de gentleman brilla más que nunca, es en el cuidado personal, que los ingleses llaman grooming. De la cabeza a los pies, debes ir limpio, aseado y deslumbrante.
El peinado debe ser compacto. Cada mechón del cabello ha de ir en la dirección apropiada y, en conjunto, la imagen debe ser homogénea, no desaliñada. Muchos gentleman portan un peine en el bolsillo interior de su chaqueta y no dudan en retocarse cuando van al baño.
Como es obvio, si vas afeitado, el apurado debe ser diario y tendrás que visitar regularmente una barber shop si tu opción es la barba. En cuanto al perfume, no es necesario que vayas dejando una estela a tu paso, pero en las distancias cortas la fragancia debe ser agradable.
El outfit no hace al gentleman
Más allá del look, para ser un gentleman también se requieren otro tipo de actitudes. La puntualidad en todos los aspectos es, sin duda, una virtud casi intrínseca de todo gentleman, como también lo son una educación y una forma de expresarse exquisitas o la firmeza al estrechar la mano mientras saluda.
Pero no se nace siendo gentleman, sino que es una elección que hacemos. En el Blog del Bigotero hemos empezado por el estilo, pero ¿estás preparado para lo demás?