Recuerdo a la perfección el día en que lleve gafas por primera vez. Era todavía un adolescente cuando mi vista comenzó a dar problemas. Por entonces yo era de aquellos que preferían sentarse en el fondo de la clase y desde allí comencé a ver la pizarra con dificultad. Mis primeras gafas no fueron ni baratas ni pasaran a la historia por su belleza. Eran de metal, finas y de color oscuro. Eran tan normales que seguro las llevaban idénticas los informáticos de medio mundo. Ahora las cosas ya no son como antes.
En la actualidad, las gafas son un complemento más a la hora de definir tu estilo. Tanto es ahora su importancia que ya no es raro ver gente usando gafas de pasta sin cristales. Sí, habéis leído bien. Gafas sin cristales o sin graduación en éstos. Y es que las gafas, tanto de ver como de sol, se colocan en un lugar estratégico de nuestro cuerpo: la cara. Y como a todos nos gusta estar guapos es muy importante seguir unas indicaciones básicas a la hora de comprar nuestro siguiente par de gafas.
Para empezar, hay que tener claras las dimensiones de nuestra cara. Si ésta es grande entonces tendremos que optar por gafas de un tamaño mayor y si es pequeña nos sentaran mejor los modelos más pequeños. Esto es muy importante. Unas gafas muy grandes en una cara pequeña pueden hacer que parezcamos una mosca. En el caso opuesto, unas gafas muy pequeñas harán que nuestra cabeza parezca todavía más grande.
Como guía para saber que tamaño de gafa nos viene bien debemos hacer coincidir el ancho de esta con el ancho de los pómulos. Si los extremos de la gafa están en esa línea significa que esas gafas son de nuestra talla.
Otro factor importante es la forma de tu cara. Como norma general, es más favorecedor elegir una gafa con la forma opuesta a la de tu rostro para así disimular los rasgos y tender a la uniformidad. Si tu cara es ovalada estás de suerte ya que puedes optar casi por cualquier forma de gafa. Si no eres tan afortunado deberas decantarte por modelos cuadrados y angulosos si tu cara es redonda o modelos redondeados y de líneas suaves si tus facciones son muy marcadas.
Otro condicionante para escoger unas buenas gafas es el color de tu piel. Si eres moreno (con la suerte de que te sienta bien casi todo) te verás favorecido si escoges una montura en color claro. Por el contrario, si tu tono de piel es pálido, deberás sacarle partido con una montura oscura que busque el contraste. Esta regla funciona para las monturas pero es radicalmente opuesta en cuanto al color de los cristales. Independientemente del color de la montura, a las pieles morenas les sienta mejor un cristal en tonos oscuros y a pieles claras les favorecen los tonos claros y semitransparentes.
Tenemos el tamaño, la forma y el color pero, ¿qué tipo de montura debemos escoger? Sencillo. Si las gafas tienen como objetivo usarse para trabajar o durante muchas horas, es aconsejable elegir una montura fina ya que éstas pesan menos y son más cómodas de llevar. También deberíamos optar por una montura fina si el color de las gafas es fuerte o llamativo.
Por último, aunque no menos importante, es muy importante sentirte cómodo con tus nuevas gafas y que éstas se sientan cómodas con tu forma de ser y de vestir. Lo ideal es tener más de un modelo para poder combinarlo de forma que sea una pieza clave en tu look y no desentone. ¿Lo ves más claro ahora verdad?