Si hay dos cosas que van ligadas al verano español, esas son la canción del verano y la playa. A pesar de ir muy de la mano, meterlas en el mismo saco sería un gran error. Escuchar la misma canción una y otra vez no hace ningún bien a nuestro cerebro. Por el contrario, la playa esconde beneficios para nuestra salud que quizá ni imaginabas. Te invito a que los descubras y los disfrutes próximamente desde la tranquilidad de tu toalla.
Tres son los protagonistas de nuestra historia de verano: arena, agua y sol. Los tres han estado ahí siempre y en muchas ocasiones hemos sido muy injustos con ellos. La arena molesta y ensucia. El agua nunca está a la temperatura que queremos. El sol quema y calienta en exceso. Te prometo que después de leer este post no volverás a verlos de la misma forma.
La playa no sería nada sin arena. Millones de diminutos trozos de piedra y conchas cargados con lo mejor del mar. El contacto de la arena con nuestra piel es ideal como exfoliante y además nos aporta gran cantidad de nutrientes extraídos del mar que son muy beneficiosos para nuestra piel. Por otro lado, si realizamos alguna actividad física sobre esta, conseguiremos el efecto masaje que activara nuestra circulación.
La otra mitad de la playa es el agua. Y no un agua cualquiera. El agua del mar no es como la que sale por el grifo de tu casa. Rica en sales minerales, favorece la circulación sanguínea y aumenta la irrigación, lo que ayuda en la tonificación de nuestros músculos y piel. La baja temperatura del mar tiene un efecto antiinflamatorio en nuestro organismo consiguiendo así una sensación de bienestar general. Con un buen baño después de haber tomado el sol conseguiremos el efecto contraste calor-frío que tan importante es en la prevención de varices o celulitis.
Por último tenemos al sol. Nos quejamos cuando aprieta pero no podemos vivir sin el. Los tiempos modernos han convertido al sol en simple herramienta de bronceado. No le subestimeis. El sol es muy bueno para muchas más cosas. Broncea, sí, pero además provoca un efecto de sudoración extra que, sumado a la humedad del mar, convierte la playa en la mejor de las saunas. Además, la luz solar provoca que nuestro cuerpo libere endorfinas mejorando de esta forma nuestro estado de animo y consiguiendo un efecto relajante.
Por todo esto, no es de extrañar que la gente acuda verano tras verano a la playa. La playa sienta bien pero quizá hasta ahora no sabíamos el porque. Probablemente mantenerse lejos de la oficina por unos días no sea la única razón. La playa es el perfecto spa natural, en el que sólo necesitas tu toalla, una sombrilla y un bonito bañador para pasar un buen día. Tener el chiringuito cerca siempre es opcional (aunque también muy recomendable). 😉