El origen de la corbata se cree que comienza en la época de los egipcios y romanos, una época en la que la clase baja 
acostumbraba a llevar anudado al cuello un tejido en forma de triángulo. Pero lo más similar a la corbata era el llamado ‘Focale’ que usaban los legionarios romanos, ya que se consideraba un riesgo llevar el cuello al descubierto. También era usado por los oradores para proteger sus cuerdas vocales.
Aun así, no es hasta la llegada de los croatas a Francia que surge lo más parecido a la corbata. El traje tradicional de los mercenarios croatas, llevaba incluido un trozo de tela blanca a la que llamaban ‘Hrvtaska’. Gustaba muchos a los franceses y es por eso que la adoptaron, haciéndola suya y llamándola ‘Cravate’, siendo después famosa por todo el mundo. Más tarde, durante la revolución francesa, la corbata se convierte en todo un símbolo de status social, llegando a ser también como un distintivo político. Los revolucionarios la llevaban de color negro y los que estaban en contra de la revolución en color blanco.
Más tarde a principios del siglo XIX vendría a imponerse una de enormes dimensiones y el mismo ancho en sus dos partes, incluso se empleaba el almidón para que tuviera mayor rigidez. Los colores utilizados eran únicamente tres: blanco, negro y gris. La llevaban habitualmente los artistas y revolucionarios. Después al ir reduciendose los cuellos en las camisas también influye en el grosor de la corbata. Entonces es cuando comienza a darse solo un giro de la corbata alrededor del cuello y se alarga la corbata, a la vez que se añade el papillón y la bufanda inglesa.
Pero tal y como conocemos hoy en día las corbatas tiene su inicio con Langsdorf en 1924. Este sastre encontró una forma de cortar la tela de la corbata intentando desperdiciar la menor cantidad de seda posible, para lo que trazó un ángulo de 45º cortando esta en tres piezas. Un invento que después patentó y vendió por todo el mundo, incluso hasta el día de hoy siguen confeccionando las corbatas de esta forma.